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LE DIJERON QUE DIJERA

El pasado 12 de marzo se cumplía el treinta y seis aniversario del NO de Canarias a la OTAN. Resulta pertinente recordar que aquel referéndum ha sido el único en el que los y las canarias hemos tenido ocasión de participar tras la colonización por la monarquía hispánica. Una consulta que se orquestó con engaños en tiempos del “felipismo” de mayoría absoluta para tratar de imponer, con el respaldo de muchos medios, el mantenimiento de España en aquella organización militar. Nuestro rechazo a la OTAN junto al de los pueblos catalán y vasco cayó como una losa para el establishment.

Pues hete aquí que unos meses después de la efemérides, se presenta en sede parlamentaria el presidente del autónomo gobierno de Canarias para compartir con la oposición los deseos de reforzar “el flanco sur de la OTAN” no sea se desmadren las gentes de color y otras creencias que habitan el Sahel (Mauritania, Senegal, Malí, Burkina Faso, Níger, Nigeria, Chad, Sudán, Eritrea y Etiopía)

La opinión del presidente canario, quien dice hablar en nombre del Ejecutivo (a la espera quedo de conocer la opinión de los “socios” del gobierno de las flores) dista una enormidad del sentir de las gentes de nuestras islas, abiertas a tres continentes y amantes de la Paz.

De más está recordar la complicada situación general que se vive en este planeta exhausto que habitamos. La historia nos enseña que ante las crisis de acumulación, el Capital suele responder generando guerras. Más aún en estos tiempos en los que se viene produciendo la caída del hegemón norteamericano y la emergencia de un mundo multipolar.

No debemos olvidar que la OTAN es una organización militar -los pueblos por ella masacrados la consideran terrorista- creada por EEUU tras la 2ª Gran Guerra para establecer un cordón sanitario que impidiese el acercamiento de las poblaciones europeas al mundo soviético; y para prevenir ante cualquier subversión interna.

Respecto al continente vecino, África, parece que los grupos paramilitares/yihadistas que intervienen en la región del Sahel (Al Qaeda en el Magreb Islámico -AQMI-; Ansar Dine; Frente de Liberación de Macina -FLM-; Jama´at Nasr al-Islam wal Muslimin -JNIM-; Estado Islámico en el Gran Sáhara) lo hacen bajo diversas franquicias pero operan con armamento fabricado especialmente por países otánicos. De hecho, la guerra librada en 2011 por la OTAN contra Libia (desde entonces, un Estado fallido) dejó muchísimo armamento en manos de grupos diversos integrados por individuos dispuestos a matar… por dinero, creencias religiosas, poder o cualquier otra majadería.

La Operación Barkhane (una de las varias ocupaciones militares en la región) que durante casi una década comandó Francia en Mali, tan solo facilitó que los grupos yihadistas se expandieran por otros países de la región: Níger, Burkina Faso, Benin. Mirada desde el prisma del complejo industrial-militar, la operación fue todo un éxito; aunque las muertes y la miseria se hayan ampliado. “Business first”.

El interés que muestran los países occidentales en la región dista de ser humanitario, como es obvio; y, por suspuesto, no viene la OTAN a ese espacio a defendernos. ¿Qué enemigos se inventarán?

Resulta curioso observar cómo EEUU mueve a sus vasallos europeos, OTANmediante, en aquellos territorios por donde se vienen desarrollando las Nuevas Rutas de la Seda chinas. El gigante asiático opera mediante la puesta en marcha de importantes infraestructuras para comerciar; los norteamericanos, decadentes, a través del “séptimo de caballería”.

Pienso que podría haberse callado el Sr. Ángel Víctor sobre este tema del USAFRICOM en sede parlamentaria; habría seguido así la estela de sus predecesores; pues ninguno (fuese del PSOE, del CDS o de CC) se pronunció en favor de hacer respetar lo que el pueblo canario votó en el referéndum OTAN de 1986. Y es que “para decir lo que le dicen que diga” están los loros.

Como docente que fue debiera recordar el presidente canario el expolio sistemático que Occidente ha realizado históricamente en el continente vecino. ¿Apuesta a seguir con el mismo fatal juego?

La opinión del presidente en sede parlamentaria es manifestación trágica de la dependencia que se muestra hacia el imperio usamericano declinante; y ello, en sintonía con lo que expresa el gobierno de La Moncloa, al parecer exultante como anfitrión de la cumbre otánica de junio en Madrid. Una muestra, esa dependencia, del carácter periférico -y depredador- del Estado español en el contexto global. No deja de ser un éxito figurar entre los diez primeros países exportadores de armamento, pensarán. Aunque sea para destruir y matar. “Business as usual”.

Mientras tanto, las personas de a pie, con una poca de dignidad, vamos a seguir reclamando para nuestra tierra canaria un Estatuto de Neutralidad, con una declaración formal del Archipiélago Canario como territorio neutral según los términos del derecho público internacional. Y lo exigimos, antes que destruyan lo que queda del derecho internacional.

Rafael J. Rodríguez Marrero.

En Montaña Hendida, Fuerteventura, 25 de mayo de 2022

LÍOS POS-ELECTORALES.

Coalición Canaria viene gobernando nuestro territorio autonómico desde 1995; así, durante seis legislaturas. Las familias que conformaron ese partido (aprovechando en buena medida una ley electoral bastante poco proporcional) han venido gestionando “la cosa pública canaria” unas veces con apoyo del Partido Popular, otras, con el del PSOE.

Los grupos políticos que se aunaban en torno a esa coalición se definían como nacionalistas pero, desde sus orígenes, ya asumían la total dependencia de nuestro territorio respecto al Estado nación español.

Desde ese presupuesto y durante todo este tiempo, Coalición Canaria ha ayudado a consolidar un modelo de desarrollo que desde centroeuropa se contemplaba como el apropiado para este territorio.

Francisco Jurdao nos lo recuerda: “Hitler con un puntero, señala en un mapa las distintas naciones- estado de Europa, a la vez que explica a sus militares de más alto rango el destino que le corresponde a cada nación en la Europa que él ha forjado. El puntero recorre el mapa y, de repente, se clava en España. El Führer queda pensativo unos segundos, vuelve la cabeza y, con voz firme, dice a sus hombres: España para el recreo. Hitler acababa de profetizar el futuro de este país.(1)

El pasado 26 de mayo hemos sido convocados a las urnas para elegir al Parlamento de la décima legislatura autonómica tras la última reforma del Estatuto de Autonomía que, entre otras “bondades” ampliaba el número de los parlamentarios de la cámara hasta los setenta diputados/as.

Como ocurriera en las elecciones de 2007, el PSOE ha obtenido la mayoría. En el momento que escribo estas líneas, los partidos políticos debaten acerca de quiénes serán los que asuman las “riendas” de esta débil autonomía durante los próximos cuatro años. Entre quienes conservamos cierta “memoria histórica” comenzamos a cansarnos de las múltiples cábalas (amplificadas convenientemente por los medios de “información”) que los partidos políticos con algún nivel de representación realizan para acordar el reparto del poder institucional en sus distintos ámbitos (municipales, insulares y autonómico). Parece ahora importar bien poco las líneas programáticas con las que han concurrido al proceso electoral (si es que alguna vez fue relevante para tales organizaciones y buena parte de los votantes)

El modelo de desarrollo que se nos asignó desde la modernidad estuvo siempre diseñado, como apuntábamos más arriba, en espacios bien lejanos al nuestro. Y las organizaciones políticas que han venido gobernando este territorio canario durante las últimas décadas lo han impulsado siendo incapaces de cuestionarlo pese a las evidencias de su fragilidad: por ser monocultivo –y ya sabemos a dónde conducen los monocultivos- y porque se sostiene sobre la uso abusivo de un territorio frágil como es nuestro archipiélago.

La crisis multidimensional que venimos padeciendo desde 2008 (prolongación de aquella que sufrimos en la década de los 70´del pasado siglo) a ojos de las organizaciones que pretenden repartirse el poder político en Canarias parece haberse olvidado (si es que alguna vez la tuvieron presente). Durante la pasada legislatura, el gobierno del Sr. Clavijo (CC) con apoyos del PSOE primero y del PP y ASG después, apostó claramente por dar respuesta a la nueva vuelta de tuerca que los poderes económicos volvían a realizar: seguir por la senda del desarrollo depredador a costa del territorio, por tierra y por mar. La Ley 4/2017, de 13 de julio, del Suelo y de los Espacios Naturales Protegidos de Canarias fue su resultado.

Contemplamos hoy una pugna hipócrita entre organizaciones que no quieren volver atrás; que colocan como “línea roja” (condicionando sus apoyos a un futuro gobierno) lo aprobado para el suelo en las llamadas islas verdes (como es el caso de ASG del Sr. Casimiro Curbelo). Pero lo que es peor: ninguna organización “se sale del modelo” que nos impusieron.

En Fuerteventura, desde donde escribo, se debate estos días en torno a quienes llevarán las riendas del poder cabildicio. Un poder político a manos del AM-CC (salvo la legislatura  liderada por el difunto Idelfonso Chacón, en representación de IF, entre el 95 y el 99 del pasado siglo) desde que iniciamos esta “interminable” transición. CC obtuvo el pasado 26 de mayo una victoria “por los pelos” y el PSOE propone cerrar acuerdo de gobernabilidad en la institución con Nueva Canarias (partido político “primo hermano” de CC) y con Podemos. Propuestas de pactos que no sorprenden (CC, PSOE y PP se han repartido las instituciones tantas veces pactando entre ellos) salvo por la presencia, en esta ocasión, de la “marca” Podemos.

Entiendo necesario recordar que Podemos surge al calor de los movimientos expresados en el 15M, que impugnan el modelo político heredero de la transición española. Frases como No nos representan”; “PSOE y PP la misma mierda es”; “Me sobra mes a final de sueldo”; “Los políticos nos mean, los medios dicen que llueve”; «No somos mercancía de políticos y banqueros«; Nuestros sueños no caben en vuestras urnas; o “Vamos despacio porque vamos lejos”, apuntaban claramente a los problemas que padecíamos y hacia algunos de sus responsables.

 

No termino de creer que en tan corto espacio temporal una organización que se atribuía la representación de esas proclamas termine pactando en la isla majorera con esas otras organizaciones corresponsables de nuestra miseria. Siendo necesario “echar a CC” de las instituciones, no todo vale para hacerlo.

 

  • Jurdao, F. (1992) Del eurofelipismo al desierto. Maastricht desmantela la economía española. Endymion, Madrid.

ELECCIONES MAYO 2019

Vivimos hoy, 26 de mayo, un nuevo capítulo electoral (a las instituciones locales –Ayuntamientos, Cabildos y Diputaciones- a los Parlamentos autonómicos en diversas CCAA y al Parlamento Europeo). Se nos invita una vez más a acudir a las sedes electorales para depositar en las urnas nuestras preferencias políticas; opciones supuestamente representadas en las organizaciones políticas mediadoras presentes (los partidos) según el modelo democrático que hemos alcanzado, tras superar una calamitosa y bárbara dictadura.

No voy a ser yo desde estas líneas quien invite a la ciudadanía a la abstención activa (como en tantas otras ocasiones) Y ello, entre otras razones, porque “la derecha más recalcitrante aprieta” (la gente conservadora acude siempre a votar y tendremos que contrarrestar ese voto) y porque, además, me he comprometido con una plancha electoral al Parlamento de Canarias, por lo que supondría un contrasentido pedir la abstención. Tampoco he solicitado el voto a la organización con la que concurro a estos comicios; ni a ninguna otra. Es decir, no he participado en el “mercadeo electoral”. En este sentido, que cada cual obre –vote- en conciencia.

Sí me veo en la obligación de aclarar algunos asuntos relativos a esta convocatoria; por si alguien quiere leer estas notas, incluso debatirlas. Escribo el mismo día de los comicios. Empecemos pues.

Parece evidente que el mayor porcentaje de participación se dará en el ámbito local: los ayuntamientos. Aún seguimos entendiendo las instituciones locales como aquellas más cercanas a la ciudadanía; por lo tanto, más “prestas” a buscar soluciones a nuestros problemas sociales cotidianos.

Y en este ámbito local pocas propuestas partidarias he leído apuntando a la necesidad (que entiendo imprescindible) de revertir hacia lo público los numerosos servicios que en ese ámbito se han ido externalizando (privatizando) durante estos años; unos procesos de externalización que se han amplificado, tras el inicio de la crisis de 2008, con la conocida como Ley Montoro: la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de las Administraciones Locales, de diciembre de 2013. Una norma que deja a las instituciones locales en situación anómala, pues les impide desarrollar buena parte de sus políticas sociales, al verse forzadas a la austeridad económica neoliberal. Una de las consecuencias de tal ley ha sido, como decimos, el impulso que desde muchas de esas instituciones se ha dado hacia la externalización de servicios como vía para la financiación de las propias entidades locales.

Y es que una de las “ideas-fuerza” sobre la que se ha sustentado el credo neoliberal es la de que desde lo público se gestiona mal; que desde el ámbito privado la gestión es siempre más eficiente. Décadas escuchando ese mantra parece ha surtido efectos; de ahí que sean pocas las organizaciones que incluyan en sus programas la reversión de las externalizaciones y privatizaciones de lo público. Cada vez son más las evidencias que muestran como no se gestiona mejor desde el ámbito privado: la crisis de las hipotecas subprime que dispararon el crack del 2008, puede servir como “ejemplo global” de la mala gestión privada.

La ley Montoro hizo recaer en las administraciones locales  (las que menos endeudadas estaban) los desmanes de la economía de casino en la que nos habían metido.  En las pasadas elecciones locales, de 2015, muchos ayuntamientos “del cambio” llevaban esta propuesta en sus programas: reversión de las externalizaciones y remunicipalización de los servicios públicos. En 2019 leemos y escuchamos menos, por parte de los grupos políticos, esa reivindicación que entiendo absolutamente legítima y necesaria.

Y es que a Florentino Pérez, a Carlos Slim, a Esther Koplowitz y a otros poderosos beneficiarios de las externalizaciones de los servicios públicos municipales poco les importa el bienestar colectivo y nula es la rendición de cuentas que la ciudadanía podemos exigirles.

 

Sí produce sorpresa la similitud que muestran los programas en asuntos que las organizaciones políticas estiman relevantes (la más de las veces guiadas por los trending topics mediáticos) Pero ese es asunto para otra reflexión.

 

Otra de las elecciones a las que en este día participamos es al Parlamento Europeo. Proceso electoral al que está convocado la ciudadanía de los 28 países que conforman la Unión Europea desde el pasado día 23 de mayo. Para estas elecciones, los sondeos sostienen que la coalición entre la democracia cristiana y socialdemocracia, hegemónica durante cuatro décadas, perderá la mayoría de escaños. Los medios mainstream vienen insistiendo en la importancia de este proceso (la participación de la ciudadanía europea en estas convocatorias suele ser escaso) El cebo empleado para animar a la participación es similar al que se usara en las pasadas elecciones generales al Parlamento español: “viene la ultraderecha”.

Creo que las ostensibles diferencias entre diversas formaciones ultras europeas hacen a esos grupos (“Conservadores y Reformistas Europeos”, “Europa de la Libertad y la Democracia Directa” y “Europa de las Naciones y las Libertades”) menos “temibles” de cómo nos lo presentan los grandes medios. Y ello a pesar de los intentos de tales grupos neofascistas de formar una nueva alianza ultra tras este proceso electoral, que estaría encabezada por el viceprimer ministro italiano Matteo Salvini.

No obstante, parece que el “Capital” europeo aún no necesita de estas agrupaciones; y mientras así sea, esos grupos seguirán estando presentes (con mayor o menor peso) pero sin llegar a ser determinantes. Sí parece probable que la alianza entre la democracia cristiana y la socialdemocracia tenga que ampliarse con liberales, incluso con los Verdes; de esta manera poco cambiará tras este proceso electoral europeo. Bueno, sí habrá cambios, pero en una dirección cada vez militarizada y sensible a las tendencias que vienen desde la ultraderecha: más xenofobia, mayor intransigencia,…

Porque en puridad, el Parlamento europeo tiene escasas competencias. La UE se mantiene maniatada por el BCE y la Comisión Europea, así como por los Tratados que definen los caminos trazados por donde debe transitar el sistema de la Unión. Y en el plano exterior, aún sigue siendo bastante dependiente de EEUU y la OTAN.

Pedir “más Europa” como hacen esos grupos políticos que han mantenido durante tantos años su hegemonía en el sistema UE es seguir limitando soberanía y restando democracia a los estados nacionales; y todo en favor de instituciones supranacionales ajenas al control democrático de la ciudadanía. Una apuesta que engendra rechazo en forma de “antieuropeismo”, con frecuencia asociado a grupos ultras de presencia creciente (y no precisamente porque tales grupos defiendan más democracia)

 

Europa, con el sistema UE hace tiempo dejó de apostar por la paz, la libertad y el bienestar social.

En definitiva, comparto con muchas personas de ese continente que estas elecciones a su Parlamento son insignificantes, intrascendentes.

 

En Fuerteventura, a 26 de mayo de 2019

TRAS LAS ELECCIONES DEL 28A, LOS POPULARES, «A LA GUERRA».

Vienen diciendo algunos politicastros populares por esta isla de Fuerteventura que, para las próximas elecciones -las del 26M a los municipios, cabildos, algunas comunidades autónomas y al Parlamento Europeo (todas en una)- van “a la guerra”.

Créanme que cuando escucho estas expresiones me entra cierto pavor, incluso algo de temor. Y es que las huestes de uno de “los señores de la guerra” y genocida (el bigotudo J.M. Aznar) parecen andar cabizbajas, heridas. Y se dice que “bestia herida, doblemente peligrosa”.

Con un importante porcentaje de participación (tres de cada cuatro personas con derecho a voto) parece evidente que el apoyo bastante extendido hacia el PSOE (partido que alcanza casi el 29% de los votos) ha encontrado en el miedo al “trifachito” un buen caldo de papeletas favorables. ¿No ocurrió algo semejante allá en 1982, con las primeras elecciones que ganara el PSOE (del innombrable Señor X) tras el inicio de la larga Transición? En aquella ocasión aún estaban frescas las imágenes (en blanco y negro y entre nieblas) de la sanguinaria dictadura; el fallido golpe militar del 23F ayudó, además, a recordarlas. Téngase en cuenta, también, que en aquellos tiempos las dictaduras, para el capital, eran sólo impulsadas y asumibles en territorios periféricos.

Quisiera entender el fenómeno que hemos vivido en el reino de las Españas durante las pasadas elecciones generales. Me refiero al hecho cuanto menos extraño que la derecha política (con ideales siempre tan claros: aquellos de favorecer a las oligarquías existentes) se haya presentado al mercado electoral partida en tres. Sí es evidente el arrastre hacia posiciones más ultraconservadoras, incluso de corte neofascista, que conlleva la irrupción programada de la formación VOX ante el cuestionamiento, por el nacionalismo catalán especialmente, del sistema borbónico del 78´. Algo parecido era obvio afirmar, en los anteriores comicios de 2016, cuando el desgaste de legitimidad institucional que tanta corruptela estaba provocando en la matriz de la derecha política (léase la del PP) había llevado a la irrupción, a modo de recambio, de Ciudadanos (Cs).

Ante esta pérdida de peso específico electoral de las derechas, parece lógico  pensar, echando un vistazo a este tiempo de “larga Transición”, que realmente a la oligarquía tampoco le ha ido tan mal con la socialdemocracia (convertida desde hace años en social-liberalismo –condición necesaria para ganar el apoyo oligárquico-); de ahí la despreocupación de aquella por cuanto deben tener claro que “todo parece atado y bien atado”.

No obstante, en el modelo democrático de baja intensidad que padecemos, las organizaciones políticas que son permitidas a participar en la feria electoral lo hacen al interior de un mercado caracterizado por ser de concurrencia competitiva; precisan, para mantenerse, obtener respaldo en forma de votos pues estos son lo que pueden asegurar representatividad institucional y ésta es la puerta a diversas fórmulas de financiación y de obtención de subvenciones, necesarias para mantener los aparatos de partidos.

Resulta así normal (aun cuando genera temor en algunos oídos) escuchar esas apelaciones “a la guerra” por parte de aquellos que durante tantos años se han nutrido de las tetas de “mamá” Estado y sus instituciones (vía subvenciones varias) y que ahora temen perder tan lucrativo negocio; amén de la erótica del poder, que también tiene su impronta entre tantas cabezas bien pensantes (pese a ser guerreras).

En Fuerteventura, a 4 de mayo de 2019

IZQUIERDA INSTITUCIONAL Y EL PROCÉS CATALÀ.

La izquierda española, esa que coquetea con el poder político, la que se organiza en partidos políticos ya presentes en las instituciones y que, para mantenerse en ellas o asaltarlas, olvida, entre otras, la Ley de los partidos políticos -que expusiera allá por los 40´del pasado siglo XX  P. Sweezy-; esa izquierda española es la que propone, junto a los sectores recalcitrantes del panorama político en Catalunya y en España, acotarnos al marco legal existente; ese que en 1978 se promulgó y se impuso a todo un país para salir (¡y de qué manera!) de una dictadura genocida que había acabado, tras 40 penosos años, con prácticamente toda disidencia.

Por temor al ogro militar, a la involución, se apuntaron a transitar (apoyando la Constitución del 78´) hacia el modelo de democracia liberal que, durante esta larga “Transición”, ha marcado el deambular de España en estas décadas.

Al objeto de participar en el reparto del pastel político y de los beneficios que de él se puedan extraer (aunque fuere sólo por aquello de “la erótica del poder”) esa izquierda, en la práctica, parece abrazar el dogma liberal (acrecentado con el neoliberalismo) según el cual la democracia (o sea, el autogobierno del pueblo) constituye un problema. Y es que, como decía Frédéric Lordon, liberalismo y democracia distan mucho de ser sinónimos perfectos”.

Ante tanta sintonía, era obvio que la cúpula de la burguesía catalana, en torno a Fomento del Trabajo Nacional, durmiera tranquila. Sabían que cualquier atisbo de cuestionar los artículos 1 y 2 de la “sagrada Constitución del 78” quedaría en suspenso; no sólo contaban con la mayoría de medios de desinformación para convencer a los despistados; también tendrían a su servicio a todos esos partidos políticos (de las derechas, por supuesto, y de algunas izquierdas) españoles y catalanes, prestos a seguir gestionando las migajas de esa provincia de la UE que es España.

 

Fuerteventura, a 4 de noviembre de 2017

LOS PARTIDOS “NACIONALISTAS” CANARIOS Y EL PROCÉS CATALÀ.

El régimen del 78 se resiente por segunda vez en los años transcurridos desde la interminable Transición. Si en 2011, la reforma exprés del artículo 135 de la Constitución, aprobada por el bipartidismo borbónico, puso en cuestión la soberanía española (dada la primacía que se otorgaba a los insaciables mercados frente a las necesidades de las poblaciones) ahora la amenaza desde el centralismo español de aplicar el artículo 155 a la Comunidad Catalana (por la “insubordinación” de un pueblo que solicita consulta democrática para clarificar su futuro socio-político) afecta al entramado territorial que no quedó solucionado en la Constitución del 78.

         La recentralización impulsada desde el conservadurismo español encuentra en el episodio catalán un enorme problema. Resulta esclarecedora (además de penosa) la posición que, ante este asunto de enorme relevancia, están mostrando los dos partidos “nacionalistas” con presencia en las instituciones canarias (y con sendos representantes en el Congreso de Madrid). Coalición Canaria y Nueva Canarias vienen plegándose al bipartidismo borbónico (ampliado ahora, en respuesta al ciclón que produjo  el 11-M, con los neofascistas de Ciudadanos –C´s-) como si los asuntos de las nacionalidades no fueran con ellos. Plegados a las subvenciones, estos nacionalistas de capirote no han sido capaces, siquiera, de aprovecharse de las sinergias que el Procés català brinda para frenar en sentido democrático la deriva centralista y neoconservadora que muestra el gobierno de Madrid. Y todo por penosas ayudas; ahora en forma de subvenciones mayores a los viajes interinsulares (como si las más de dos millones de personas que en estas islas desnutridas vivimos viajáramos todos los fines de semana y fiestas de guardar, para así –dirán- hacer patria)

Resulta indignante que estos “nacionalistas”, gobernando (antes juntos y ahora separados) estas desventuradas islas en compañía de uno u otro del dúo bipartidista borbónico -dependiendo de quién morara en La Moncloa madrileña- ni se inmuten ante tanta desigualdad y polarización social en nuestro territorio, mientras  se pliegan a los gobernantes en Madrid (corresponsables de nuestra miseria) justificando y apoyando así a quienes claman, legislan, judicializan y reprimen a todo un pueblo, el catalán, que tan sólo pide unos mínimos democráticos para que se les reconozca en sus diferencias.

 

Dos asuntos básicos aunaron a quienes en la década de los 70´del pasado siglo (tras la muerte del dictador genocida) defendimos desde Canarias la abstención en el referéndum constitucional: nuestro rechazo a la monarquía borbónica, dejada en herencia por el franquismo que no moría –pese a la muerte de Franco- y nuestra demanda, no reconocida en el texto constitucional que se pasaba a consulta, del derecho de los pueblos –entre ellos el canario- a la autodeterminación. Hoy, cuarenta años después, los artículos 1 y 2 del texto constitucional vuelven a estar en la picota.

En aquellos años, los franquistas de toda la vida (reconvertidos de manera presurosa a demócratas, en torno a Alianza Popular y la Unión de Centro Democrático) los socialdemócratas del PSOE (inflados con marcos alemanes, en espera de alcanzar la gobernabilidad) y los eurocomunistas del PCE (asustadizos ante la mirada atenta de las FFAA que monitorizaron el proceso al dictado de Estados Unidos) aunaron sus fuerzas (junto a nacionalistas conservadores catalanes) para hacer realidad una Constitución que trajo la democracia demediada que hoy se suspende en Catalunya, paradojas del asunto, bajo la bandera de ese que decían era el texto constitucional a imitar en el entorno europeo.

No podemos olvidar que este proceso en que nos vemos envueltos tiene una dimensión mayor, incrustado como está el Reino de España en el marco supraestatal europeo. Una UE que languidece al tiempo que muestra el auge de neo-conservadurismo junto al neofascismo, amenazante, en buena parte de los países que la integran. Pero ese es asunto para otro texto.

Fuerteventura, a 27 de octubre de 2017.

Democracia.

Qué extraña democracia esta!

Cuando algunos cientos de miles de ciudadanos salen a las calles de Barcelona para justificar la represión de las fuerzas de seguridad españolas.

Cuando esas personas asumen, acompañando la marcha -incluso vitoreando-, la defensa del modelo vigente, como se recoge en el Manifiesto leído por el ordoliberal Vargas Llosa y por el social-liberal Josep Borrel.

Cuando, de manera cobarde –conservadora- prefieren formar parte de un estado agrietado por la corrupción y la deuda y no arriesgan por un futuro a construir.

Qué extraña democracia esta!

Que vende palabras vacuas –libertad, convivencia, tolerancia- sin saberse siquiera bien qué entrañan esos conceptos.

Que antepone la ley –la Constitución española en su articulado esencial es deudora del poder militar intacto tras la muerte del dictador- a los deseos y reivindicaciones de las gentes.

Que recuerda las leyes según conveniencia.

 

La Societat Civil ha sacado de paseo por Barcelona a la que dicen “mayoría silenciosa”, esa que vota cada cuatro años para que todo siga igual. Y vota para que la dejen en paz y para que otros –los políticos profesionales- hagan por ella lo que las gentes silenciosas no saben, no quieren o no pueden hacer.

Qué extraña democracia esta!

 

Fuerteventura, 8 de octubre de 2017.

Razones para la Huelga General Educativa.

Son tres las exigencias planteadas desde quienes defendemos la escuela pública y que mañana, 9 de marzo, denunciamos a través de la Huelga General Educativa; una jornada de paro convocada en el reino de España por Federaciones de madres y padres, sindicatos de docentes y estudiantes y movimientos de renovación pedagógica.

            Primero es la demanda para la reversión de los recortes a la que los gobernantes de turno (antes el PSOE, ahora el PP, con el respaldo en Canarias de CC) están sometiendo a la Escuela Pública. Hoy, el gasto total en educación supone un 4´37% del PIB (cuando el gasto medio en la UE es del 4´9% y el de los países OCDE es del 5´3%). En 2009, España gastaba en educación un 5´07% del PIB. Esta continuada política de recortes no tiene visos de pararse, pues para 2018 las previsiones señalan que el gasto educativo en España caerá por debajo del 4%.

            Consecuencia de lo anterior, resulta obvia la segunda exigencia: aumentar la inversión en educación. Y ello porque hay que contratar más profesorado, tratando al tiempo de reducir la temporalidad (que se estima en torno al 20% de las plantillas); hay que rebajar las ratios del alumnado en las aulas y retomar la senda de la inclusión educativa recuperando las medidas de atención a la diversidad.

En las enseñanzas de la Formación Profesional y Universitarias deben reducirse las cuotas que el alumnado (y sus familias) deben pagar para poder formarse; además, tendrá que aumentarse la financiación de esas enseñanzas, duramente castigadas por los gobiernos neoconservadores durante los últimos años, aprovechando las políticas austericidas que nos vienen aplicando.

            La tercera exigencia, la DEROGACIÓN DE LA LOMCE, resulta absolutamente necesaria, pues esa norma educativa retrotrae a la educación pública a tiempos pretéritos, de infaustos recuerdos; pues propone el desmantelamiento paulatino de la oferta educativa pública de calidad primando valores competitivos y de excelencia que chocan frontalmente con la realidad social y con los valores que defendemos quienes reclamamos inclusión y democracia educativa.

            Porque, en definitiva, debemos seguir exigiendo un Pacto Educativo, con participación real de las comunidades educativas; y seguiremos defendiendo una red escolar única de titularidad y gestión pública; pues es la que puede garantizar en condiciones de gratuidad, igualdad y democracia el derecho universal a la educación.

Fuerteventura, a 8 de marzo de 2017

Partidos políticos y transformación social. Debate con el Sr. Cristóbal García Vera

La polémica entre el Sr. Cristóbal García Vera y quien estas líneas escribe se inicia a raíz del escrito que con el título “De nuevo la OTAN en los cielos de Canarias” me publicaron diversos medios a finales de enero del presente año (1).  El debate se abre tras réplica del Sr. Cristóbal ya no al contenido del mencionado artículo sino al hecho de haber sido escrito por una persona, yo, que en verano de 2016 encabecé la lista al Senado del reino de España por la confluencia Unidas Podemos en Fuerteventura; accionar que el Sr. Cristóbal califica como de “incongruencia ideológica”. Hemos discutido sobre este asunto a lo largo de seis artículos (si excluimos el primero, antes mencionado) y no tendría problemas para continuar debatiendo acerca del pasado, presente y futuro del planeta que habitamos y de los modos y maneras que tratamos de transformarlo individual y colectivamente para hacerlo más ¿humano? Abro el interrogante pues, a menudo, dudo de la humanidad de algunos llamados homo sapiens.

Volviendo a la polémica suscitada sí observo que ya, desde el segundo documento de réplica presentado, el Sr. Cristóbal emplea el plural para defender su posición; puede indicar ello que detrás suyo (o a su lado) debe haber alguna organización y/o línea editorial con quienes comparte ideas. Lo cual me parece absolutamente lícito, incluso adecuado. Señalo, por el contrario, que mis argumentos son expresión de mi experiencia personal y de los aprendizajes socialmente adquiridos.  De ahí las citas que acompañan mis exposiciones, provenientes de personas que en el pasado y el presente han mostrado clara tradición transformadora; pensadores y activistas con las cuales comparto ideas y, a menudo, modos de acción.

Señala en su última entrega el Sr. Cristóbal que he tratado en mis escritos de “eludir un verdadero debate” (2) y, realmente, me parece que esa no ha sido en absoluto mi intención. Sí creo que es de poco interés para lectores interesados que una persona, antimilitarista, se presente a un proceso electoral con las siglas de una confluencia electoral que no ha manifestado su rechazo al militarismo. Y si ese es el centro del debate, realmente a mí tampoco me suscita interés. Si la centralidad de la discusión se orienta hacia aclararnos respecto a la búsqueda de coherencia entre el pensar y el hacer (que debiera incardinar la vida de los sujetos con deseos de transformación social) creo que ahí nos vamos a topar con enormes sorpresas y, probablemente, podamos juntos quedar a la espera de afirmar aquel dicho popular de “a ver quien tira la primera piedra”. Pues, obviamente, la absoluta coherencia entre cuanto pensamos y hacemos se torna asunto de sabios y/o santos (personajes estos que tiempo hace no abundan).

Si la discusión que ha querido concitar el Sr. Cristóbal García hace referencia a las posiciones social-demócratas y militaristas de Podemos, remito a los múltiples documentos que esa organización ha producido; entre otros, los discutidos en su 2º Congreso (Vistalegre II). Y, desde una perspectiva crítica, propondría, para quienes conservan curiosidad, escucharan debates interesantes sobre esa organización, como los que organizó recientemente el Colectivo Burbuja (3). Estas referencias pueden abrir luz acerca de uno de “esos elementos esenciales de la discusión” al que alude el Sr. Cristóbal García en su última entrega. Para quien lo desee, ahí están documentos y la opinión de seguidores, apóstatas y críticos del “partido morado”.

En mis escritos anteriores, creía haber dejado clara mi posición respecto a ese partido, con el que colaboro (como lo hago con otras organizaciones de carácter asociativo, cooperativo, político y sindical) pero de la cual no formo parte. Dije también (y mantengo) que las organizaciones partidarias “se van posicionando respecto a lo que realmente preocupa y ocupa a las gentes. Pero ese es un asunto que dejo para que discutan las personas afiliadas (activistas, dirigentes y simpatizantes) en el seno de tales organizaciones” (4).

Respecto a los partidos políticos y en el marco de la democracia parlamentaria que ofrece el capitalismo realmente existente, entiendo conveniente exponer unas reflexiones (muy clarificadoras acerca de lo que hablamos) que hacía el Paul Sweezy, allá por la década de los 40´del pasado siglo. Decía el pensador norteamericano, y lo denominaba “la ley de la política bajo el capitalismo” que en el modesto mundo de la realidad, el capital ocupa las posiciones estratégicas. El dinero, el prestigio social, la burocracia y las fuerzas armadas del Estado, los medios de comunicación, todas estas cosas las controla el capital y las usa y las seguirá usando hasta el extremo para mantener su posición. Los movimientos de reforma nacen y se desarrollan en una sociedad dominada material e ideológicamente por el capital. Si aceptan esa sociedad, aunque (según lo imaginan) solo provisionalmente, tienen que tratar de adaptarse a ella, y al hacerlo, ella se los traga inevitablemente. Los líderes ambiciosos se corrompen con facilidad (desde el punto de vista de sus fines confesados) y a los partidarios potenciales los ahuyenta la intimidación o la propaganda; tenemos por consecuencia lo que bien pudiera considerarse como característica saliente de todos los movimientos de reforma, el trueque progresivo de los principios por respetabilidad y votos. El resultado no es la reforma del capitalismo, sino la quiebra de la reforma. Esto no es ni un accidente ni un signo de la inmoralidad de la naturaleza humana; es una ley de la política capitalista” (5). Que muchísimas personas se hayan propuesto para participar en procesos electorales supone, simplemente, que han asumido participar según esa ley; y, en muchos casos (como en el mío y en el de otras personas) sin ser ello muestra de inmoralidad de nuestra naturaleza humana.

Coincido con el Sr. Cristóbal cuando afirma que “bajo el capitalismo (…) las mayorías  no son despojadas solamente del fruto de su trabajo, sino también, y como un elemento necesario para la reproducción del sistema, del conocimiento necesario para entender la esencia de la explotación a la que se las somete” (6). Creo que este hecho resulta asumible para muchas personas; puedo asegurar que muchas docentes, aún hoy, tienen claro este asunto y trabajan en la dirección de facilitar “conocimiento emancipador”. 

Pero esa pretensión del Sr. Cristóbal, que parece dibujarse entre líneas, de colocar a todo sujeto político entre dos bandos y si no estás en el mío eres enemigo, me parece reduccionista; incluso algo “stalinista”.

Hoy buena parte de las acciones transformadoras se llevan de espaldas y ajenas a las organizaciones partidarias; son numerosas (como otras veces hemos apuntado) las experiencias desde abajo que van abriendo fisuras al sistema capitalista sin tener conexión con grupo y/o partido político alguno. Sugiero a quien lo desee indague a través de las múltiples realizaciones en países subyugados por la “deuda impuesta”; como Grecia y Argentina (por poner dos ejemplos cercanos)

Respecto al militarismo de Podemos, ya las gentes tendrán su opinión; me niego a asumir que cuantos participan de la política institucional sean todas personas afines a la OTAN o a cualesquiera otra instancia militar; aunque no podamos perder de vista  lo contenido en la ley de la política capitalista.

La esencia de los escritos que el Sr. Cristóbal García Vera ha elaborado en réplica a mis aportaciones es, sin duda, la de cuestionar a esa formación que él (y los suyos) definen como socialdemócrata. Creo, insisto, haber brindado elementos para que, quien desee, pueda extraer sus conclusiones respecto al “partido morado”.

Pese a algunos exabruptos, agradezco al Sr. Cristóbal García sus elementos para el debate, aún cuando creo que continuar “erre que erre con el asunto Podemos” abre poca luz a las ansias transformadoras de muchas gentes. Hay que seguir repensando acerca de la matriz económica y social del capitalismo. Y ahí sí podremos encontrar más puntos de encuentro; eso al menos espero.

Como también deseo encontrar a D. Cristóbal en las calles, las plazas y en el “tajo” defendiendo, junto a tantas, un mundo sin injusticias sociales y sin armas asesinas. Un planeta libre de tanta barbarie.

P.D.: Gracias a las contradicciones hablamos de dialéctica; gracias a los disparates, nos divertimos, a pesar de tanta miseria.

Y confieso: aún sigo sorprendiéndome.

NOTAS:

Sobre los peligros que acechan y la necesidad de confluencias. Una nueva réplica al Sr. Cristóbal García Vera

No esperaba que D. Cristóbal García volviese sobre nuestro reciente debate que, a la postre, ha girado en torno a la OTAN, la organización política Podemos y mi posición incoherente, según él, criticando por un lado a la organización armada, criminal, y posicionándome favorablemente, por otra parte, respecto a la formación morada.

Creo no haber incurrido en la “falacia del hombre de paja” que cita el Sr. Cristóbal García en el último artículo que escribe en torno a la polémica suscitada. Sí creo, por el contrario, que en su primera entrega este señor inició la descalificación de mis posiciones haciendo uso de un argumento ad hominem señalando que pretendí “ocupar la cómoda y bien remunerada plaza de senador por el grupo de Unidos-Podemos” (1) También me pareció desorbitada su postura tajante contra el posicionamiento político de todas las personas que de una manera u otra participamos en torno a la confluencia Unidas Podemos. Creo el Sr. Cristóbal debiera evitar, sí, tratar a las personas que depositan su voto en los procesos electorales, en concreto a quienes lo hicieron por Unidas Podemos, como débiles políticamente, como se desprende de su comentario (en la primera de sus réplicas a mi inicial escrito) donde decía: Entendemos, no obstante, que las esperanzas de muchos votantes de esta organización, e incluso de algunos de quienes decidieron unirse a sus filas,  pueden ser alimentadas por la carencia de las  herramientas  intelectuales o políticas necesarias para entender el alcance criminal de estos posicionamientos” (2) Las actitudes paternalistas no son muy gratas ni resultan acertadas entre iguales.

Coincidimos en reconocer que aquella organización militar, la OTAN, es el brazo poderoso sobre el que asienta su poder el imperialismo norteamericano. También que las guerras imperiales son la mayor lacra que padecemos en este planeta “enfermo”. Pero convendrá conmigo nuestro interlocutor que no es sólo el militarismo y los “gastos armados” lo que preocupa al común. De haberlo sido, estaríamos en las calles y plazas gritando cotidianamente contra tal barbarie; y, desgraciadamente, no es el caso.

Ya decía en mi réplica anterior que no pertenezco a Podemos y que mi participación en las pasadas elecciones se hizo al calor de la confluencia Unidas Podemos; una apuesta esa de la confluencia que pretendía aglutinar a grupos políticos y sectores sociales diversos, con planteamientos y posicionamientos no en todo punto coincidentes. Me sigue pareciendo una broma de mal gusto que el Sr. Cristóbal continúe insistiendo en vínculos que no existen más allá de la colaboración que cualquier persona inserta en el tejido social y con inquietudes socio-políticas pueda ofrecer a grupos políticos que se apresten a trabajar por el común. Otro cantar será cómo en las dinámicas diarias cada organización se vaya posicionando respecto a lo que realmente preocupa y ocupa a las gentes. Pero ese es un asunto que dejo para que discutan las personas afiliadas (activistas, dirigentes y simpatizantes) en el seno de tales organizaciones.

La década de los 70´del pasado siglo se inició en Occidente con el desplome de muchos de los movimientos contestatarios que habían emergido en la década anterior, durante los años 60´. Las derrotas vinieron acompañadas también en el tiempo de una profunda crisis del modelo capitalista (crisis económica, energética, ecológica,…) de la que la debacle del 2007-08 no es sino su extensión. En aquellos momentos, el capital se rearmó y adoptó el formato neoliberal cuyo derrumbe se anuncia ahora inminente.

En estas décadas también hemos visto desintegrarse el modelo que otros países (al amparo de la extinta URSS) se atrevieron a implementar y que, en sus primeros pasos, hicieron estremecer al capital. (Precisamente este 2017 celebramos los cien años de aquella revolución, la soviética, que abrió la puerta de la esperanza para tantos pueblos esclavizados al capital) Y durante ese siglo tumultuoso y violento las opciones políticas socialdemócratas se supieron mover al calor de los temerosos capitalistas.

Coincido con el Sr. Cristóbal en que, hoy, la socialdemocracia fenece. François. Mitterrand fue quizás su último exponente institucional. Y ni Syriza, ni Podemos, ni otras organizaciones de diverso cuño podrán sacarla de la UVI permanente en la que se encuentra postrada. Tampoco parece recuperable el Estado de Bienestar con que, precisamente la socialdemocracia, estampó su acuerdo con el capital para apaciguar los temores que venían del este europeo, en aquellos tiempos de la Guerra Fría. Un modelo de organización estatal no sostenible porque ya al capital no le resuelve sus deseos de –y sus problemas para- seguir acumulando.

Buena parte de las personas que pregonaron a favor del modelo dictado por la extinta URSS, así como muchos de los socialdemócratas se han quedado sin modelos, sin referencias. Bastantes de ellas (marxistas, trotskistas,…) anidan hoy al calor de Unidas Podemos.

Aquí y allá existen movimientos, comunidades, pueblos que se resisten a la barbarie; y en muchos casos, mirando más lejos de esos modelos que fenecen; poniendo en práctica propuestas vitales asumibles colectivamente. No hay sino que pasar página en medios alternos de comunicación para conocer de tantos y tantos ejemplos. Pues como señalaba recientemente Raúl Zibechi “es en medio del caos sistémico como nos empeñamos en construir lo nuevo, con todos los riesgos que eso implica, pero con la voluntad intacta” (3)

La globalización parece nos deja una batalla sin cuartel entre contendientes en un mundo, parece, multipolar. Los grandes de la Tierra nos sustraen lo que precisamos para continuar viviendo; y afinan sus ojivas para asustarnos. Disponen en vanguardia a los medios de comunicación/distracción que justifican o esconden la barbarie. Un planeta que parece girar ahora hacia el Pacífico haciendo “perder fuelle” a los países atlánticos (entre ellos los europeos aglutinados en torno a la UE) El polo que vienen conformando los BRICS (especialmente China y Rusia, pero pronto también India) enfrenta al poder hasta hace poco hegemónico de EEUU y sus aliados de la UE y Japón. Y como señala en un artículo reciente Andrés Piqueras, “la multipolaridad abre perspectivas de cambios económicos y sociales, y nos proporciona tiempo e intersticios en la malla de dominación para comenzar la Gran Transformación hacia el pos-capitalismo y el post-crecimiento” (4)

Volviendo al último artículo del Sr. Cristóbal, decirle que no tengo intención alguna de reconocer como error mi participación en las pasadas elecciones en calidad de candidato al Senado por la confluencia Unidas Podemos; es más, pretendo seguir colaborando (si se me solicita, aunque ya no para participar en el “mercadeo electoral”) con aquellas organizaciones (y con otras de cuño más o menos transformador, por supuesto) que se aglutinaron en aquella confluencia. De hecho, en los años que llevamos acudiendo a las urnas en el reino de España tras “el invento” de la Transición, sólo había participado como candidato en unas elecciones municipales, en 2007, al calor de un proyecto –los Verdes de Fuerteventura- que, desde las instituciones queríamos seguir denunciando los desmanes que aún hoy se continúan perpetrando contra nuestro entorno insular y sus gentes. Otro asunto sería que el Sr. Cristóbal deseara volver a tiempos como aquellos en que las personas no podían (siquiera con engaños mediáticos, como en los actuales tiempos) acudir a las urnas para elegir representantes en las instituciones. Que la democracia que “padecemos” es de baja intensidad lo sabemos todas. Otra cosa es cuestionar hoy la democracia como logro. Habrá que seguir peleando por la democracia directa, también en el “tajo” y en cualquiera de los ámbitos colectivos en que las personas interactuamos.

Ahora bien; seguiré criticando aquellas actuaciones que creo lesionan a cuanto entendemos como bienes comunes. Y creo que los partidos políticos, cuando acceden a las instituciones (incluso antes de hacerlo con cierto peso en votos) suelen abandonar postulados precisamente en defensa de esos, los bienes comunes, que creo, debiera ser objetivo central en el accionar de cuantas gentes (colectivos, organizaciones,…) se postulan como transformadoras. Comparto con Andrés Piqueras que Podemos y su irrupción “desactivó la movilización social de masas (que hemos tratado de reactivar a través de movimientos como los aglutinados en torno a las Marchas de la Dignidad) y canalizó  buena parte de la energía social hacia el proceso electoral derivando lo instituyente hacia lo institucional” (5) Porque, tras un año como el pasado, transversalmente liado en el reino de España por contiendas electorales, el pinchazo del populismo abre la esperanza “para reemprender de nuevo el camino de lo popular, de las luchas desde abajo, de trenzar la sociedad con movimientos. De construir fuerza social. De la Política con mayúsculas” (6)

Por eso no podemos quedarnos parados, presos de la abulia o de la crítica sin más. Debemos seguir buscando puntos de encuentros con aquellas gentes empeñadas en transformar.

Muchas personas presentimos que el capitalismo está en su fase terminal; que no va a desaparecer sin destruir, como viene haciendo desde hace ya varios siglos; se sustenta el modelo en el crecimiento que permite la reinversión del capital excedente en cada momento. Pero al tiempo que aumenta exponencialmente el excedente también se agotan los espacios de expansión y los recursos, con lo que el crecimiento se torna difícil. Y sin crecimiento no hay capitalismo, como decíamos. De ahí que las grandes corporaciones pongan su atención en los fondos oceánicos, en los casquetes polares, en los bosques y selvas, en los recursos subterráneos, en la atmósfera; también en los servicios sociales básicos; en todo aquello que son nuestros bienes comunes; esos que debemos defender y por los que vale la vida luchar. Por ello, la única manera de seguir habitando digna y sanamente en este nuestro planeta pasa no sólo por cuestionar al capitalismo sino por buscar colectivamente los intersticios a través de los cuales podamos tumbarlo.

También, y de paso, tendremos que acordar qué sociedad realmente queremos para un futuro que acecha cercano. Pero ese es asunto de otro costal. ¿Hablamos de decrecimiento, por ejemplo? Los anuncios de la vuelta a la prosperidad son una absoluta mentira; y si alguna vez tuvimos en el reino de España un estado de “medio-estar” lo ha sido -como en otros espacios del continente europeo-  a costa de la extracción de recursos en otros lugares (robándolos, la mayoría de las veces) y sobre la base de deteriorar nuestros entornos naturales.

Sigo insistiendo que es en lo local donde más debemos intervenir; desde la defensa de “la democracia económica, la municipalización, el predominio de lo público o colectivo o común, el igualitarismo, el antipatriarcado, la economía ambiental,…” (7)

Respecto a Kropotkin y a Gramsci (a quien acudo guiado por los profesores M. Sacristán y F. Fernández Buey, que resaltan, entre otros asuntos, el humanismo del pensador italiano) creo habrá otros espacios para que sobre tales pensadores podamos conversar. Como también debiera quedar lugar para debatir sobre Castoriadis y otros pensadores que escudriñan sobre errores del pasado y arrojan luz al futuro.

Termino, Sr. Cristóbal García, pidiéndole que deje ya de identificarme con organización política alguna y respete (no sin crítica) a aquellos partidos (a sus gentes) con sus aciertos y desaciertos. Otras sociedades mejores se han soñado y muchas vidas se han dejado en sus construcciones; a la postre el capitalismo bárbaro, con sus guerras, destrucción y muerte ha logrado mantenerse; pero la fuerza de los pueblos y sus gentes deberá impedir que nos termine destruyendo. De ahí que una tarea necesaria será la de cuestionar, día tras otro, el poder de las armas a través de las cuales ese sistema, capitalista, caduco pretende destrozarnos.

En el accionar y en las calles y plazas espero sigamos viéndonos, Sr. Cristóbal García.